Universal no fue el único estudio que se identificó con el género del horror. RKO cayó en graves problemas económicos tras los fracasos en taquilla de “Ciudadano Kane” (1941) y “Los Magníficos Ambersons” (1942) – los clásicos de Orson Welles no conquistaron el favor del público en su despuntar -. La solución fue buscar al productor Val Lewton para que creara una serie de películas baratas que pusieran espectadores en los asientos por cualquier medio posible. Los ejecutivos del estudio solo le daban un título sensacionalista y un presupuesto modesto para que empezara a trabajar. La primera película de esta camada fue “La Mujer Pantera”, para la cual reclutó al guionista DeWitt Bodeen y al director Jacques Tourneur. Ambos se convertirían en figuras recurrentes de su filmografía.
Todo empieza inocentemente. Un prototipico muchacho norteamericano conoce en circunstancias simpáticas a una muchacha y se enamoran. El es Oliver (Kent Smith), un ingeniero naval. Ella es Irena (Simone Simon), una inmigrante de Serbia, dibujante de modas. Queda bien claro que su cultura es diferente cuando le cuenta las leyendas de su pueblo, donde un buen rey cristiano expulsó a las brujas que habían corrompido al pueblo con rituales demoníacos. Irena confiesa que teme ser descendiente de esas mujeres terribles. Peor aún, tras la misteriosa muerte de su padre, los vecinos acusaban a su madre de ser bruja. Oliver desestima sus creencias como supersticiones y le pide matrimonio. La noche de bodas, empiezan los problemas. Irena cree que al entregarse físicamente a su esposo, se convertiría en pantera como las brujas de su pueblo, matándole.
Oliver actúa racionalmente. Le concede tiempo y busca ayuda con un psicólogo. Pero la paciencia del esposo insatisfecho se agota rápidamente. Asediada por los celos que despierta Alice (Jane Randolph), una compañera de trabajo de Oliver, Irena se porta cada vez mas erráticamente. Abandona la terapia con el Dr. Judd (Tom Conway) y decide perseguir a los supuestos amantes.
Hasta ese punto, la película se mantiene relativamente ambigua sobre el conflicto de la protagonista. Funciona como un drama psicológico sobre represión sexual. Algunos indicios apuntan a lo sobrenatural: Irena y Oliver se conocen al lado de la jaula de la pantera en el zoológico, donde ella desecha un dibujo de la estilizada bestia atravesada con una espada – vaticinando el desenlace -. Efigies e imágenes de felinos de diversas especies se manifiestan con diversos grados de sutileza en los decorados, reafirmando la mitología que Irena comparte. En una visita a una tienda de mascotas, Irena es declarada non-grata por todos los animales. Durante la fiesta bodas en un restaurante serbio, una extraña mujer se acerca a la mesa y la llama “mi hermana” en su lengua natal. La forma de la cara de la mujer es apropiadamente triangular, y hasta lleva un lazo en la cabeza como los idealizados gatos de antaño.
La primera persecución es una secuencia icónica en en cine – no solo el de horror –, e ilustra el poder de la imagen y el sonido trabajando armoniosamente. Tras despedirse de Oliver en una esquina del parque, Alice se dirige a solas sobre una calle empedrada. No sabe que Irena la sigue. La cámara alterna entre ambas mujeres, mientras oímos distintivamente dos tipos de pisadas. Las de Alice, a paso normal. Las de Irena, aceleradas y con sentido de propósito. Eventualmente, Alice las escucha también, y acelera el paso hasta que las pisadas de Irena dejan de sonar. Alice se detiene. El territorio esta preparado para que creamos que se ha convertido en pantera, aunque no tenemos prueba, y no vemos la transformación. Alice corre despavorida, hasta que un silbido felino nos hace saltar en los asientos: en realidad, es la puerta hidráulica de un autobús que se ha detenido a recoger a la aterrada mujer. Una toma de arbustos moviéndose parece confirmar los miedos de Alice. Hay algo ahí.
Pero simplemente, no sabemos. No tenemos prueba objetiva. Hasta este punto, todo es sugerencia. Pero un par de tomas aclaran las cosas. Tras alejarse Alice en el bus, la cámara nos muestra las pisadas de los tacones de Irena que se transforman en huellas animales. Cortamos a al rebaño de ovejas del zoológico, berreando aterradas entres varias compañeras sin vida. Pisadas en el lodo se convierten en huellas de animal a tacones. Cortamos a Irena que entra, sucia y aturdida en su apartamento. Ahora si, es oficial. El amor o el odio, desatados, convierten a Irena en pantera.
Pero eso no la convierte en un monstruo. Todos los personajes son depredadores. Tome nota de como Alice aprovecha un momento vulnerable de Oliver para confesarle su amor. El Dr. Judd no pierde oportunidad de seducir a Irena. Y Oliver, después de sus promesas de amor y paciencia, no duda en aliarse con los otros para resolver el “problema”. Irena puede ser una mujer-pantera, pero es la única persona cien por ciento honesta. Traicionada y sin salida, se rinde a su verdadera naturaleza sabiendo que es un suicidio simbólico. Tome nota de la beatífica expresión de su rostro cuando se deja besar por el libidinoso psiquiatra.
En su primer encuentro con Oliver, Irena confiesa que se siente mas cómoda en la oscuridad. Lo mismo puede aplicarse a los creadores del cine de horror clásico. Ocultando en las sombras a sus monstruos y criaturas, dejan que la imaginación del espectador haga el trabajo de invocar a sus peores temores y darles forma. Eso también tiene implicaciones prácticas. Nada envejece peor que los efectos especiales. Al mantener a la “mujer-pantera” en la oscuridad, la salvan de la obsolescencia. Además, la película – de bajísimo presupuesto – tuvo que filmarse en sets prestados. La escalinata del vestíbulo del apartamento pertenecía a “Los Magníficos Ambersons”; el parque, a un musical de Fred Astaire. La iluminación de Nicholas Musuraca, digna descendiente del expresionismo alemán, crea con luces y sombras una atmósfera encantadora y opresiva. Tome nota de cuantas veces se proyectan líneas asemejando las rejas de una jaula. Tourneur y Musuraca, como su protagonista, aman la oscuridad. Quizás por eso conservan reflectores implacables para los momentos en que los personajes se encuentran mas vulnerables. Vea a Irena hipnotizada por el psiquiatra; Alice aterrada en la piscina; Oliver arrinconado en su estudio, blandiendo una regla “T” como si fuera un crucifijo.
Irena termina mal, pero RKO tuvo un final feliz. La película fue un gran éxito de taquilla. Así, Lewton recibió carta blanca para seguir trabajando en este género, creando un cuerpo de fascinantes películas. Se reuniría con Tourneur en “Caminé con un Zombie” (1943) y “El Hombre Leopardo” (1943). Simone, Smith y Randolph se reunirían interpretando a los mismos personajes en la “La Maldición de la Gente Gato” (Robert Wise, 1944), una secuela tan diferente en tono y forma a la original, que no encontró el favor del público. Oliver y Alice viven infelizmente en los suburbios, con una hija incapaz de distinguir entre la realidad y la fantasía. Su única amiga es el fantasma de la primera esposa de su padre. Con el tiempo, esta película, y las demás creadas por Lewton, han subido en la estima de la crítica especializada convirtiéndose en genuinos clásicos.
* Proximamente:
La Comedia de Enredos: Todos estamos un poco locos.
La Fiera de Mi Niña: "Bringing Up Baby" (Howard Hawks, 1938)
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